Tic-tac tic-tac tic-tac
El reloj suena, pero lo
escucho tan lejano.
Tic-tac tic-tac tic-tac
El tiempo corre, y yo sigo sin
poder moverme.
Tic-tac tic-tac tic-tac
El ruido de las manecillas, me
indica que se acaba el tiempo. Si el reloj marca la hora esperada, antes de que
llegue, todo estará perdido. Sin embargo mi cuerpo sigue inmóvil, nunca antes
mis ojos se sintieron tan pesados, aun así mi cuerpo nunca se sintió tan
liviano, no tenía control alguno de él. Mi cabeza no paraba de dar vueltas,
sabía que tenía que llegar al reloj, necesitaba llegar a él.
Tic-tac tic-tac tic-tac
Intentaba con todas mis
fuerzas obtener el control de mi cuerpo. Mi insistencia estaba teniendo
resultados, ya que de a poco comenzaba a sentir cada parte de mi cuerpo mía
nuevamente. Probé otra vez con abrir mis ojos.
- Tarde -me susurró una oscura
voz, mientras sentía como una mano comenzaba a hacer presión sobre mi cuello.
Pude sentir cómo todo mi
cuerpo tensó, volvía a perder el control sobre él, me encontraba paralizada. Aquel
esfuerzo que anteriormente había hecho para abrir los ojos, ahora hacía que mis
párpados hagan presión entre ellos, evitando así ver al ser que se encontraba
cerca de mí. Ni siquiera podía percibir mi propia respiración.
- Si no te mueves no te va a
pasar nada -me volvió a hablar aquella voz, ejerciendo un poco mas de fuerza en
su presión sobre mi cuello, acentuando así el peso de sus palabras.
Seguía sin poder moverme, me
encontraba tan asustada, que ni siquiera fui consciente, que la mano de aquel
extraño había abandonado mi cuello.
Tic-tac tic-tac tic-tac
El sonido de aquel aparato que
marcaba la hora, volvió a ser eco en mi cabeza. Hasta que un molesto ruido,
hizo que sin quererlo mis ojos se abrieran de golpe y prácticamente saltara de
mi cama. Era el despertador sonando, indicándome que todo había sido un sueño.
Aún agitada me acerqué a ver
la hora, lo que ocasionó que comenzara a prepararme rápidamente para el
trabajo, pues estaba llegando tarde. Una vez lista agarré todas mis cosas
dispuesta a salir de mi casa, apresuré mi camino a la puerta, y por un breve
momento miré mi reflejo por el espejo. Aquello hizo que me detuviera, algo
había llamado mi atención.
Lentamente me acerqué al
espejo, hasta que estuve a unos pocos centímetros de mi reflejo. Tardé unos
minutos en procesar lo que mis ojos estaban viendo. Unas marcas rojas se extendían a lo largo de mi
cuello, marcas que simbolizaban a una mano.
Publicar un comentario