Tradición familiar

 


Tradición familiar 

Las risas abundan en el ambiente. La sobremesa familiar nunca es silenciosa. Las anécdotas, las peleas entre hermanos, y las ocurrencias de los menores bañaban aquella atmósfera. Mi padre y su hermana, mi tía, discutían sobre lo que realmente había ocurrido en su anécdota de la infancia. A su vez mi hermano servía el café, ver aquella taza pasar en de mano en mano me transporto a mi niñez.

Las luces del shopping me deslumbraban, por suerte la mano de mi tía agarrada a la mía, ayudaba a que no me pierda. De pronto las luces se volvieron opacas, pero poco importo, porque el olor de los pochoclos se había llevado mi atención. Como me gustaban los pochoclos, dulces por supuesto, aunque mi tía siempre pasaba de contrabando algún chocolate con maní, esa era definitivamente una tradición cuando íbamos al cine. No recuerdo el título de la película que fuimos a ver, pero puedo asegurar que era animada, como todas las que íbamos a ver juntas. Años más tarde este sería un tema de burla familiar, donde acusarían a mi tía de usarme como excusa para ver ese tipo de películas.

Aquellas eran nuestras salidas, solo ella y yo. Siempre luego del cine íbamos a la famosa hamburguesería de la “M” dorada. Obvio que yo tenía mi “cajita feliz”, con su respectivo juguete. Mi tía por otro lado optaba por un café. Hoy en día te dan un vaso descartable, pero en aquel entonces se servía en una taza de cerámica, con su respectivo plato a juego, una cuchara de metal y dos masitas dulces decorando. Ese era nuestro ritual.

Terminada la comida partíamos de regreso a nuestras casas. Con una mano era guiada por mi tía y con la otra sostenía mi “cajita feliz”, para nuestra suerte nunca escucharon el tintineo de cerámica que esta producía.

Aquel recuerdo pasaba frente a mis ojos mientras veía aquella característica “M” marcada sobre la taza de café. Me pregunto si se reemplazaron por descartables para abaratar costos o porque mas personas tenían la misma tradición que mi tía y yo. Seguramente si le preguntamos a mi tía diría que fue gracias a ella que más de uno tiene tazas de sobra en la familia. “Ninguno de ustedes se negó” acota siempre que la acusamos de aquella fechoría. Las risas no faltan en la sobremesa y tazas de aquella marca tampoco.


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